SICARIOS

Por: Hayde Arely Cruz Ortega, Criminóloga Criminalista.

¿A dónde mirar cuando estas rodeado?

¿Dónde te escondes cuando tus salidas están bloqueadas?

¿Quién te auxilia en esos momentos cuando estás indefenso, desnudo, tan cansado?

Parece ser un militar quien se acerca a levantarte, y estando tú de pie por fin frente a él, te apunta a la cabeza con su arma, reconoces esa mirada, aprecias cada detalle de aquel hombre, su altura, su voz la reconocerías en cualquier parte, sus pasos que detrás de ti te ayudan a acercarte a conocer a tu verdugo, te das cuenta en ese instante que no queda más. Haces tu oración del día, la que hasta ahora recuerdas como empieza, pero no te ha dejado terminarla… te has quedado con los ojos abiertos, y descubres que la ayuda brindada después de estar rodeado, sin salidas, e indefenso, es la misma que te ha dejado tirado de nuevo en el lugar donde lograste ponerte de pie. Aún puedes pensar: son los mismos.

Hay muchas historias que conmueven, te asustan y te hacen temer de cualquier persona. Hay testigos mudos, gente que como en este sueño pueden sobrevivir si se van a gatas. Es sorprendente el mundo en el que vivimos ahora, no basta con ser buenos después de todo, no es cuestión de suerte, es destino.

Puede llegar a ser incomprensible para el resto de las personas los actos que se cometen con repudio y maldad a nuestros semejantes, porque no sabemos qué hay de tras de esa larga lista de crímenes, si estamos ahí, si surgen cambios repentinos que alteran el curso de la vida que estas tomando hoy, y que no solo afectan emocionalmente. Esta vez la seguridad que nos brinda el gobierno es peor de lo que nos está haciendo creer, hay niños, hay jóvenes que nunca regresan a sus hogares, y se queda la incertidumbre de querer saber qué ha pasado con ellos, aunque en el subconsciente lo sabemos.

El sicariato es un negocio, y el golpe más fuerte que puede recibir es económico. ¿Cómo mejorar un país cuando solo se pretende ganar una guerra? El músico colombiano Cesar López tiene una respuesta: “toda bala es una bala perdida”. Resulta claro, es más tardado y más difícil educar a la gente que arrestarla, pero se trata de la única solución moral y duradera al problema de la violencia. Y es cierto que la única forma de combatirlo es con “educación, educación y educación”. Que valga la pena la inversión a la educación tan pobre que el gobierno tiene ante el gran problema de moda que tenemos todos los años: sicarios.


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