Por: Hayde Arely Cruz Ortega, Criminóloga Criminalista.
Las conductas antisociales han sido un tema de gran importancia para el estudio cognitivo de un individuo, pero sobre todo cuando son más notables en la infancia. Si bien, algunas conductas son vistas como juego de niños, son acciones que no deben pasarse por alto y hay que saber actuar debidamente ante la presencia de éstas como la fuga de casa, provocar incendios, el robo, o el maltrato animal, que es el tema raíz de este artículo, ya que representa el primer indicador de una violencia patológica, que debe ser tratada como enfermedad. A través de la falta de respeto por los sentimientos de los demás, notamos que es un componente que principia la conducta antisocial en los niños, ya que no tienden a mostrar ninguna emoción por el sufrimiento que experimenta otra persona cuando se le hace daño. Algunos ejemplos de comportamientos que pueden indicar una falta de empatía incluyen también la crueldad hacia otros niños, o la falta de remordimiento por las malas acciones.
Los actos que se cometen contra los animales suelen ser claras señales de trastornos antisociales, pues encierra la libertad con la que el niño interactúa y en donde además se puede detectar su baja autoestima, un bajo rendimiento escolar, ausencia de comunicación familiar y en su ambiente social, el rechazo o sentimiento de ser criticados o no aceptados, una falta de control de emociones y de los impulsos, como principal agravante del maltrato tanto animales como a personas, la violación tanto a las normas sociales y derechos humanos, la falta de cultivo de los valores básicos que deben dar los padres para que éste tenga un ambiente de desarrollo adecuado y sea educado, seguro, y consciente, ya que de esta manera se ha demostrado que se disminuye la conducta agresiva y aumenta las expectativas personales del niño.
El abuso de los animales es una señal importante del maltrato hacia los niños, el padre no es siempre quien maltrata a los animales. Los niños sólo reproducen lo que han visto en casa: el más fuerte que libera su violencia y su frustración sobre el ser más débil. De esta manera es como dicen que el niño aprende lo que vive.
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