El miedo, eso que todos y
todas hemos sentido en diversos momentos de nuestra vida, el miedo es esa
sensación de angustia, de desconfianza ya sea por un peligro real o imaginario
o simplemente miedo a que suceda algo que no deseamos, cada uno de nosotros podríamos
sentirlo de distintas maneras y en diferentes circunstancias, pero del miedo
que escribo hoy, es el miedo a ser víctima del delito o que alguien que amamos
sea víctima de algún delito donde incluso llegue a perder la vida o hasta
simplemente un día salga y ya no vuelva, digo, nuestro miedo no es infundado,
ese miedo está alimentado de tantas historias que vemos o leemos todos los días
en los medios de comunicación, distintas historias, diferentes víctimas pero el
mismo dolor solo en lugares y personas diferentes.
El miedo a ser víctimas de
algún delito, se alimenta de las estadísticas en las que claramente nos damos
cuenta que el delito va al alza, este miedo se alimenta de lo que vemos o
leemos, de historias que escuchamos, miedo que se alimenta de las cosas que
quizá le han pasado a personas cercanas o incluso a nosotros, porque lo curioso
de este miedo es, que posiblemente usted no ha sido víctima directa de algún
delito o quizá sí,
pero muchos de los que están leyendo esto no y aún así el miedo se hace presente.
Tan es así que por ejemplo
cuando alguna cadena empieza a circular al respecto de algún delito en
particular, aunque nuestra mente consciente sepa que es poco probable que eso
esté pasando porque no hay información fundamentada de los hechos, aún así
aplicamos la de por si o por no más vale prevenir y no es que esto esté mal, al
contrario en ocasiones más vale pecar de precavidos si en cuestión de seguridad
se trata, pero creo que se capta la idea principal de lo que quiero explicar.
El miedo es así, de pronto
irracional, que se alimenta de temores genuinos, sobre todo en estos tiempos de
violencia y sangre donde hasta lo que no “las deben” pagan las cuentas de los
delincuentes, es por esto que el miedo no es malo, al contrario, el miedo es
una reacción natural para protegernos del peligro y eso en estos tiempos es
sumamente necesario y con esto no digo que tenemos que ser irracionales y dejar
que sea el miedo el que controle nuestros actos, sino hacerle caso, adoptar
medidas preventivas que garanticen la disminución del riesgo de ser víctimas de
algún delito.
El miedo activa nuestros
sentidos, eso que de pronto podemos llegar a sentir que algo no va bien, eso
que algunos llaman sexto sentido, no es otra cosa que nuestros cerebro
trabajando e identificando con todos los sentidos situaciones de riesgo,
debemos aprender a hacerle caso a nuestro cuerpo, hacerle caso a las señales,
el miedo es un instinto de supervivencia, si vas caminando y de pronto sientes
que algo pasa a tu alrededor, que algo no va bien, adopta medidas, metete a
alguna tienda a cualquier lugar donde haya más personas, lo mismo puede aplicar
para diversas situaciones, al estar en algún lugar con ciertas personas, al
conocer a alguien, al hablar con algún desconocido, en fin, podrían ser
diversas circunstancias.
Es por esto que el miedo,
contrario a lo que pensamos, no es tan malo, solo debemos aprender a
equilibrarlo, porque tampoco debemos dejar que domine nuestro día a día, así
que, hagamos del miedo nuestro aliado, porque más canijo que se lea, porque lo
ideal sería no sentirlo, lo ideal sería vivir en un Estado que garantizara la
seguridad de todos por igual, pero en lo que eso sucede, nos toca estar alertas
y aplicando prevención.
Marisol Madero Plascencia
Criminóloga
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