Todos los días, en cualquier
rincón del país, alguien muere a causa de la delincuencia, niños, niñas,
adolescentes, adultos, da igual, la víctima solo cambia de nombre, sexo, lugar
de origen y la modalidad en que son asesinados. El Estado no da garantías eficaces
para nuestra seguridad, es por ello que pareciera que la prevención no es
suficiente. No tenemos políticas públicas eficaces para la prevención,
disminución y contención de los delitos en México, pareciera cosa de chiste el
hablar de prevención del delito.
Le toca al Estado ofrecernos
seguridad, pero no se soluciona con más patrullas en la calle, se soluciona de
fondo, con mejor educación, salarios, oportunidades de crecimiento en el país,
pero el Estado Mexicano, es totalmente criminógeno, esto quiere decir que no
podemos hablar de prevención del delito si es el propio Estado el que fomenta
que el delito esté presente.
Pero ¿entonces no sirve de
nada la prevención realmente?, si sirve, es necesaria, porque no podemos bajar
la guardia, la delincuencia cada día recurre a nuevas formas para lograr sus
fines, es por ello que no debemos permitirnos bajarla, ni cruzarnos de brazos
pensando en que no nos pasará nada. No estamos exentos de ser víctimas de algún
tipo de delito incluso de manera indirecta lo somos todos los días, de tal
forma que por ello ha sido más fácil y llevadero para nuestra salud mental,
invisibilizar la violencia y/o normalizarla, de tal forma que nos vamos
deshumanizando, porque no podríamos vivir todos los días sumidos en el terror, estrés
o ansiosos. Por eso pareciera que estamos aletargados en México e impávidos
ante la ola de violencia que se ha caracterizado este año según el Observatorio
Nacional como el más violento.
La prevención aunque no es
garantía al cien por ciento de que la delincuencia jamás nos alcanzará, al
menos si nos pone en un estado de alerta, en la cual podría disminuir la
posibilidad de ser víctimas de delitos. No podemos cerrar los ojos ante la
realidad, es por eso que recomendaciones mínimas de seguridad pudieras ser y
hacer la diferencia.
Pero sobre todo, lo más
importante de la prevención es que debemos de practicarla de manera constante y
educar a los más pequeños para que vayan creciendo con esta cultura, la cultura
de la prevención del delito, nos toca a nosotros los adultos ir dándoles la
pauta de lo que deben hacer ante ciertas situaciones, que comprendan que
incluso más vale un regaño de su parte que decidan ponerse en riesgo, con esto
no quiero decir que nuestros hijos e hijas deban crecer con temor, no, pero si
deben crecer conscientes de los peligros que acechan y de que la maldad humana
si existe fuera de casa, aunque bueno hemos vistos tantos casos en que los
“enemigos” están dentro de la misma, pero que al menos siempre sepan qué hacer
ante ciertos hechos, que tengan personas de su entera confianza para que
siempre se puedan acercar y decir “me pasa esto” que mejor que seamos nosotros
sus padres.
Y bien, no podemos cruzarnos
de brazos esperando que sea el Estado el que resuelva nuestras necesidades de
seguridad, es por esto, que debemos seguir esforzándonos y mantenernos alertas,
procurando con nuestras acciones preventivas proteger a los nuestros y nuestras
posesiones. Les deseo un excelente inicio de semana.
Marisol
Madero Plascencia
Criminóloga
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