Marisol Madero Plascencia
Criminóloga
Sí,
yo sé que estás cansado o cansada de la incidencia delictiva no solo de tu
ciudad, sino del país mismo, que te frustras al darte cuenta que las acciones
de seguridad no funcionan del todo, porque vamos, pagamos impuestos, por lo
tanto merecemos seguridad y vivir con tranquilidad, merecemos salir a la calle
seguros y tranquilos, ¡¡claro que lo merecemos!! para eso pagamos impuestos
¿no? ¿cuántas veces no te has repetido eso? pero, ¿sabes qué? esa es la mejor
mentira que nos contamos a nosotros mismos, ¿por qué? porque como sociedad
tenemos la responsabilidad de aplicar la prevención en cualquier ámbito de
nuestra vida.
NO
podemos dejar la responsabilidad al 100% de nuestra seguridad al Estado, con
esto no me refiero a que andemos armados o que andemos linchando a cuanto
presunto delincuente nos encontremos, me refiero a algo que está mucho antes de
todo esto y eso es la PREVENCIÓN debemos aprender a cuidarnos, a proteger a los
que amamos y para esto es indispensable que comprendamos lo importante de no ponernos
en riesgo, de aprender a prevenir el que seamos víctimas de algún delito.
Debemos
integrar a nuestra vida diaria reglas y elementos básicos de seguridad, sino
ponemos de nuestra parte y aprendemos a no ponernos en riesgo , no hay policía
que alcance para protegernos, además de todo esto, la educación que impartimos
en casa debe ser preventiva, formativa, todo presunto delincuente nace en una
familia, tienen familia, en la que quizá faltaron límites, atención, amor,
disciplina, porque amar a los hijos también se demuestra con un NO, la
educación es básica, siempre andamos diciendo que queremos dejar un mundo mejor
para nuestros hijos, pero nos hemos preguntado ¿qué clase de hijos le vamos a
dejar al mundo?. De pronto me viene a la mente el decálogo del Juez Emilio Calatayud de cómo hacer de tu hijo un
delincuente, que dice así:
1.
Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá
convencido de que el mundo entero le pertenece.
2.
No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la
mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3.
Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4.
No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle
complejos de culpabilidad.
5.
Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se
acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6.
Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos
y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7.
Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá
demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede
destrozada para siempre.
8.
Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer
del mismo es necesario trabajar.
9.
Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y
la austeridad podrían producirle frustraciones.
10.
Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y
vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de
verdad quieren fastidiarlo.
Remata
con otra excelente frase “Y cuando tu hijo sea ya un delincuente, proclama que
nunca pudiste hacer nada por él”. Sé que quizá para algunos (o muchos) de
ustedes puede sonar incuso agresivo al leerlo, pero la responsabilidad la
tenemos en nuestras manos, ¿qué hijos queremos formar? esto también es
PREVENCIÓN ya que desde su formación estamos previniendo conductas antisociales
que puedan derivar en algún delito.
Por
otro lado en cuanto a la parte preventiva en nuestra vida diaria, no podemos
dejarla de lado y con esto no quiero decir que debamos vivir con miedo, no,
pero si debemos ser precavidos, no ponernos en riesgo, no ser tan confiados o
creer “a mí nunca me va a pasar”, medidas
básica preventivas pueden ser y hacer la diferencia. ¿Después de todo que sería
la vida sin prevención?
Comentarios
Publicar un comentario