El maestro como víctima

Por: Alejandro Pelaez
Hace ya tiempo el maestro dejo de ser una persona de autoridad, dejo de ser visto como un guía y mentor, aquella persona a la que recurrían los padres o tutores para pedir orientación acerca de la educación de los menores, los lazos que unían al estudiante con el instructor se han ido resquebrajando poco a poco y con el paso de las generaciones se fue perdiendo el respeto y la admiración hacia ellos.

Parte de esto se debe a un endeble sistema educativo en el cual reprenderlos y reprobarlos ya no esta permitido, otra causa visible para pocos es la nueva generación de padres que, bajo el precepto de no repetir con sus hijos lo que ellos vivieron cambian las reglas para acomodarlas en favor de los menores y en muchos de los casos defienden al menor a sabiendas que están en un error.

Años atrás, si el profesor te amonestaba era normal (como sigue siendo) ir a casa y comentarlo con los padres, la respuesta de estos era presentarse en la escuela y entender el por que de la reprimenda, escuchar al docente y darle la razón en situaciones en las que en verdad la tenían, esto ha cambiado, ahora, es común ver a los padres increpando al profesor aunque la llamada de atención sea justificada, el padre apoya los errores del menor sin chistar, sin preguntar y peor aún, a sabiendas que su hijo no tiene la razón.

El menor sabe que no puede ser reprobado aunque no tenga ni los créditos ni la formación adecuada para hacerlo.

Los padres como una horda salvaje defienden a sus críos increpando al profesor, las escuelas tanto publicas como privadas prefieren evitar que las amenazas de una demanda toquen a su puerta, las publicas por que quedan en el ojo del huracán ante sus jefes, las privadas por no perder el ingreso que genera mes con mes no un alumno, si un cliente más dejando al docente a su suerte en caso de que una demanda exista, pone un reporte al profesor y en muchos casos llegan al despido, con ello la institución se escuda para decir que ellos hicieron su parte mientras el docente tiene que arreglárselas solo y en muchas ocasiones sin saber que hacer.

Las instituciones ya no buscan profesorado con capacidades para impartir conocimiento, buscan, como la mayoría de las empresas, personal servicial que cumpla con las condiciones no en favor de la educación y el desarrollo del menor y si en favor del cumplimiento a medias pero sin ocasionar problemas para la misma.

El profesorado queda a la deriva y en su gran mayoría deciden no enfrentar los problemas que el menor envalentonado por las diferentes circunstancias y el apoyo de los padres, trae consigo.
El maestro como victima, es una realidad, realidad que por una reforma educativa y una nueva generación de padres que ausentes o solapadores del menor hacen a un lado las bondades que una instrucción de calidad puede ofrecer.


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