MARISOL MADERO PLASCENCIA
CRIMINÓLOGA
Tolerancia, palabra compuesta
por diez letras y completamente descompuesta hoy en día dentro de la sociedad. La
palabra viene del latín tolerantia. Se define como respetar las ideas,
creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las
propias. De manera individual podríamos decir que es la actitud que tiene una
persona de aceptar aquello que es diferente a sus valores.
Podemos decir que somos
tolerantes cuando entendemos que si alguien es de una raza distinta a la
nuestra o proviene de otro país, otra cultura, otra clase social, preferencia
sexual distinta a la nuestra, o piensa distinto a nosotros, no por ello es
nuestro rival o nuestro enemigo. A lo largo de toda nuestra historia el ser
intolerante ha sido motivo incluso de matanzas y el punto común de todas ellas
ha sido el querer imponer, a toda costa,
la voluntad de un individuo o grupo social haciendo uso de la violencia o
agresividad. Basta recordar la intolerancia de la iglesia durante la
inquisición, el exterminio de los judíos por parte de los nazis.
Séneca, filósofo romano, decía
que los hombres deben estimarse como hermanos y conciudadanos, porque “el
hombre es cosa sagrada para el hombre”. Que tarea tan difícil para muchos el
ser tolerante, días atrás se daba la noticia que en nuestra ciudad oficialmente
ya pueden celebrarse las bodas entre personas del mismo sexo y era vergonzoso
leer los comentarios que ponía la gente en dicha nota, completamente agresivos,
que lo único que denostaban era intolerancia total.
Algunas sugerencias que
podrían ayudar para ir aprendiendo a ser tolerantes podrían ser:
- Ponernos en el lugar de los otros para tratar de entender sus problemas y su manera de actuar.
- Escuchar sin interrumpir y permitir a los demás la oportunidad de expresarse.
No podemos permitir que en
pleno siglo XXI siga imperando la intolerancia social, cuando es justo la
diversidad lo que hace que una sociedad sea rica en su cuestión social, la
diversidad de pensamiento nos convierte en seres humanos únicos, por lo tanto
es de seres humanos pensantes y racionales el hecho de ser tolerantes con
aquello que no conocemos o con aquello que no es de nuestro agrado total.
Los dejaré con una frase
Voltaire que dice así: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la
muerte tu derecho a decirlo”.
Al buen entendedor pocas
palabras versa un dicho. Al ser tolerantes logramos la prevención de múltiples
delitos.
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